sábado, 15 de diciembre de 2012

El Sistema político de la Restauración y sus fundamentos sociales.


La Restauración abarca un período de la Historia de España, comprendido entre 1874 y 1923, en el que se restauró la Monarquía y la dinastía de los Borbones en la persona de Alfonso XII.
Incluyó también la Regencia de María Cristina (1885-1901) y el reinado de Alfonso XIII (1901-1931), aunque el sistema político de la Restauración dejó de estar vigente en 1923, con la Dictadura de Primo de Rivera.
El pronunciamiento militar del General Martínez, el 29 de diciembre de 1874, inició la Restauración y puso fin a la I República y al Sexenio Revolucionario. El sistema de la Restauración acabó con otro pronunciamiento militar (13 de septiembre 1923), el que inició la Dictadura de Primo de Rivera.

El artífice de  la Restauración fue Antonio Cánovas del Castillo (antiguo ministro de la Unión Liberal) que, con realismo práctico, buscó un consenso de las fuerzas liberales que permitiera una amplia mayoría en la que pudiera sustentarse el nuevo sistema político, dándole así estabilidad y continuidad.
Líder indiscutido del partido conservador hasta que murió en un atentado en 1897.
El líder del  otro partido dinástico (el progresista) fue Mateo Práxedes Sagasta.
Estos dos partidos fueron la base del bipartidismo y del turnismo en los que se sustentó el nuevo sistema político, cuando esta base falló el sistema de la Restauración entró en una crisis de la que no salió.
Para iniciar el proceso Restaurador, Cánovas consiguió que la desterrada Isabel II renunciara a sus derechos al trono en 1870.

Cánovas, defendió:
*.- Un sufragio censitario y una soberanía compartida entre Rey y Cortes, equidistante entre la monarquía conservadora de Isabel II, constitución de 1845 y la monarquía democrática de Amadeo I de Saboya, constitución de1869.
*.- El alejamiento de los militares de la vida política y poner término a sus pronunciamientos (fuente continua de inestabilidad política en España).
*.- Un sistema bipartidista (dos partidos burgueses y liberales, que aceptasen el nuevo sistema y que pacíficamente se fueran turnando en el poder).
*.- La alternancia pacífica de estos dos partidos dinásticos (los que aceptaban el sistema de la Restauración, la constitución de 1876 y la monarquía de Alfonso XII).

El Partido Conservador de Cánovas representaba a la antigua Unión Liberal  y sería también el partido de los antiguos Moderados. Defensor de la tradición, del orden y de las buenas relaciones con la Iglesia.
Partidario del sufragio censitario y del recorte de las libertades individuales y colectivas.Tenía sus feudos electorales en el medio rural del sur e interior peninsular.
Sus bases: la vieja nobleza, la aristocracia rural y terrateniente, la gran burguesía y las clases medias.

El Liberal, liderado por el antiguo progresista Práxedes Mateo Sagasta, sería el heredero de los ideales de 1869 adaptados a los límites del sistema canovista.
Sus bases electorales estaban centradas en las ciudades, la periferia peninsular y el norte industrial: burguesía comercial e industrial, los profesionales liberales y la población urbana. Progresistas, radical-constitucionalistas, republicanos y descontentos de Cánovas.
Defendía el sufragio universal,  el aumento y desarrollo de las libertades y un cierto laicismo (incluso en determinados casos anticlerical).
Estos dos partidos controlaron inicialmente toda la vida política, se fueron turnando pacíficamente en la labor del gobierno y dieron apariencia democrática al sistema. Sus diferencias ideológicas no eran muy importantes. Habían pactado no realizar leyes que el otro partido necesitase derogar para gobernar. En la práctica, su alternancia en el poder no se hacía en función del resultado de las elecciones sino por decisión del Rey o por un pacto entre los líderes de los dos partidos. Las elecciones estaban adulteradas por el caciquismo. El sistema de turno  tuvo la gran virtud de garantizar la alternancia pacífica en el poder, poniendo fin durante un largo periodo al intervencionismo militar y a los pronunciamientos. Sin embargo, el turno fue un puro artificio político, destinado a mantener apartados del poder a las fuerzas que quedaban fuera del estrecho sistema diseñado por Cánovas.
El turno en el poder no era la expresión de la voluntad de los electores, sino que los dirigentes de los partidos lo acordaban y pactaban previamente. Una vez acordada la alternancia, y el consiguiente disfrute del presupuesto, se producía el siguiente mecanismo:
El Rey nombraba un nuevo Jefe de Gobierno y le otorga el decreto de disolución de Cortes
El nuevo gobierno convocaba unas elecciones completamente adulteradas, “fabricaba” los resultados mediante el  “encasillado”, la asignación previa de escaños en los que se dejaba un número suficiente a la oposición.
Este sistema de adulteración electoral no fue único de la España de la época, el “transformismo” en Italia y el “rotativismo” en Portugal fueron sistemas similares.

LA CONSTITUCIÓN DE 1876 (estableció el sistema de la Restauración)
*.- La nueva Constitución de 1876, en lo fundamental, fue heredera de la moderada de 1845 aunque incorporando algunos aspectos defendidos en el Sexenio. Fue elaborada y aprobada en unas Cortes constituyentes, elegidas por sufragio universal, con mayoría canovista.
*.- Inspirada por Canovas del Castillo, estableció la Soberanía compartida de las Cortes con el Rey (negando el principio de soberanía nacional).
*.- Cortes Bicamerales (Congreso elegido y Senado, con senadores de derecho propio, vitalicios y electos por sufragio censitario):
*.- El Monarca tenía el poder ejecutivo (designaba a los Ministros y tenía el mando directo del Ejército), compartía con las Cortes el poder legislativo (teniendo el derecho a veto de las leyes aprobadas por éstas) y podía convocar, suspender o disolver las Cortes.
*.-  Los Ayuntamientos y las Diputaciones fueron controlados por el Gobierno y se suprimieron los Fueros vascos:
*.- Confesionalidad católica, garantía del sostenimiento del culto y del clero y el reconocimiento de otras creencias pero sin manifestaciones públicas.
*.- Reconocía teóricamente derechos y libertades, que en la práctica  fueron limitados o aplazados durante los gobiernos de Cánovas.
*.- No especificó el tipo de sufragio para elegir el Congreso. Posteriormente, bajo el gobierno del Partido Conservador de Canovas se aprobó la Ley Electoral de 1878 que estableció el  voto censitario, limitado a los mayores contribuyentes. Con Sagasta  se estableció universal.

Varios grupos políticos, sociales e ideológicos no aceptaron el nuevo sistema, quedando excluidos del mimo:
*.- Los Carlistas, tradicionalistas y monárquicos, no aceptaron a Alfonso XII como Rey (no lo consideraron legítimo por una cuestión sucesoria y se oponían al liberalismo que representaba) en su defensa del tradicionalismo.
*.- Los partidos republicanos (con base social en las clases medias urbanas), defensores de una República y contrarios a una Monarquía conservadora..
*. El movimiento obrero: anarquistas y socialistas poco a poco fueron consolidándose frente a un régimen político que consideraban burgués, conservador y clerical. 
*.- Los nacionalistas, principalmente en Cataluña y País Vasco”, en defensa de su “identidad amenazada” se opusieron a las medidas centralizadoras y uniformizadoras del “nacionalismo político” del sistema liberal.
*.- La oposición intelectual, pensadores, profesores universitarios, novelistas… se mostraron contrarios a un sistema que pensaban que hacía inviables la modernización del país y la representación.

Documentos sobre la Transición



martes, 11 de diciembre de 2012

Junta Democrática de España


Junta Democrática de España
La Junta Democrática de España nace el 29 de julio 1974 en París e impulsada por el Partido Comunista de España (PCE), liderado por Santiago Carrillo. En ella estuvo integrado el Partido del Trabajo de España (PTE), el Partido Carlista, Comisiones Obreras (CCOO), el Partido Socialista Popular (PSP) de Enrique Tierno Galván, y personajes de significación, como Rafael Calvo Serer, Antonio García-Trevijano Forte y el intelectual progresista Vidal Beneyto.

Gestación de la Junta Democrática de España
Es el primer gran organismo que, con un programa político rupturista, trata de movilizar unitariamente a la oposición antifranquista. Su origen está en los contactos que el abogado Antonio García Trevijano realiza con diversas personas de partidos políticos, los que deciden formar la JD son la ASA de Rojas Marcos, el PSP, el PCE, junto con una nutrida representación de independientes, CC. OO. y asociaciones judiciales profesionales, de vecinos, etc.
La presentación pública de la JDE se realiza simultáneamente el 29 de julio de 1974, en París y Madrid, en un contexto de crisis del Régimen, marcado por la tromboflebitis de Franco, que se encuentra hospitalizado desde el día 9 de julio y por la asunción de la Jefatura del Estado interina del Príncipe de España.
En la presentación parisina aparecen Calvo Serer y Carrillo, de manera que se visualice la oposición interior y exterior La integración del PC se realiza en septiembre de 1974 y posteriormente lo hace el PCE(i), después de cambiar su nombre por el de PTE, en febrero de 1975. El Partido Carlista poco tiempo después abandonó la Junta.

Los 12 puntos de la Junta Democrática de España
*.- La formación de un gobierno provisional que sustituya al actual, para devolver al hombre y a la mujer españoles, mayores de dieciocho años, su plena ciudadanía mediante el reconocimiento legal de todas las libertades, derechos y deberes democráticos.
*.- La amnistía absoluta de todas las responsabilidades por hechos de naturaleza política y la liberación inmediata de todos los detenidos por razones políticas o sindicales.
*.- La legalización de los partidos políticos, sin exclusiones.
*.- La libertad sindical y la restitución al movimiento obrero del patrimonio del Sindicato Vertical.
*.- Los derechos de huelga, de reunión y de manifestación pacífica.
*.- La libertad de prensa, de radio, de opinión y de información objetiva de los medios estatales de comunicación social, especialmente en la televisión.
*.- La independencia y la unidad jurisdiccional de la función judicial.
*.- La neutralidad política y la profesionalidad, exclusivamente militar para la defensa exterior, de las Fuerzas Armadas:
*.- El reconocimiento, bajo la unidad del Estado español, de la personalidad política de los pueblos catalán, vasco, gallego y de las comunidades regionales que lo decidan democráticamente.
*.- La separación de la Iglesia y del Estado.
*.- La celebración de una consulta popular, entre los doce y los dieciocho meses –contados a desde el día de la restauración de las libertades democráticas-, con todas las garantías de libertad, igualdad de oportunidades e imparcialidad, para elegir la forma definitiva del Estado.
*.- La integración de España en las Comunidades europeas, el respeto a los acuerdos internacionales y el reconocimiento del principio de la coexistencia pacífica internacional.

Desarrollo de la Junta Democrática de España
La Junta Democrática consiguió muy pronto un importante apoyo político y social de masas, como se puso de manifiesto a través de diversas movilizaciones que se llevaron a cabo en diversos lugares del país, como las jornadas del 3, 4 y 5 de junio de 1975 en Madrid. La característica de la JD es su articulación organizativa en Juntas Democráticas locales y sectoriales, que proponía convertir a esta en un verdadero movimiento de masas, con acciones territoriales.
 La actividad de la JD se dirigía por una parte al pueblo, por otro lado a los poderes fácticos, con múltiples contactos con empresarios, militares o autoridades eclesiásticas. Tampoco se olvidaba la dimensión internacional, con relaciones con las autoridades de la CEE, con el embajador de EE. UU. en Madrid o con los presidentes de Argelia, México, Rumania y Venezuela.

El 11 de junio de 1975 se crea la Plataforma de Convergencia Democrática, encabezada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), a pesar de que se había llevado a cabo tanto desde la Junta como desde el propio PCE conversaciones con el PSOE y con Izquierda Democrática, grupo democristiano liderado por Ruiz-Giménez para lograr un organismo unitario de la oposición. En dicha Plataforma figuraban junto al PSOE, la ya citada Izquierda Democrática que formaba parte del equipo español de la Democracia Cristiana, el Movimiento Comunista, la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT) y la Unión Socialdemócrata Española. Al poco, ingresaría el Partido Carlista y se marcharía la ORT.

La Comisión Coordinadora de Fuerzas Políticas de Cataluña había decidido no incorporarse a ninguna organización unitaria de carácter estatal, y mantenía relaciones tanto con la Junta como con la Plataforma. El Partido Nacionalista Vasco (PNV) conversaba con todos y no se unía a nadie, ni siquiera en Euskadi.

Junta y Plataforma constituyeron en Marzo de 1976 Coordinación Democrática (CD), más conocida como Platajunta. El 23 de octubre se forma la Plataforma de Organizaciones Democráticas (POD)que incluía además a fuerzas nacionalistas y estaba constituida por CD y la Assemblea de Catalunya, la Assemblees Democràtiques de les Illes Balears, la Coordinadora de fuerzas Democráticas de Canarias, la Táboa Democrática de Galicia y la Taula de Forces Politiques i Sindicals del Païs Valencià.

La soledad de Suárez


Presiones influyeron en la decisión de Suárez


Fuertes presiones influyeron en la decisión del presidente Suárez de presentar su dimisión irrevocable
EL PAÍS 30 ENE 1981
El presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, hizo pública en la tarde de ayer su dimisión como jefe del Gobierno y presidente de Unión de Centro Democrático en el curso de una alocución televisada retransmitida a todo el país a las 19.47 horas, y en la que Adolfo Suárez no expuso las razones políticas de su dimisión, que presentó al rey Juan Carlos el pasado miércoles por la tarde en el palacio de la Zarzuela. El vicepresidente de Asuntos Económicos, Leopoldo Calvo Sotelo, se perfila como posible sucesor del presidente. El rey Juan Carlos inicia hoy consultas con los líderes de los partidos políticos representados en el Parlamento para proponer al Congreso de los Diputados la nominación de un nuevo jefe de Gobierno en fecha próxima. La noticia de la dimisión. de Suárez ha causado sorpresa e impacto dentro y fuera del territorio nacional. Fuentes oficiales del Ministerio de Defensa desmintieron ayer los rumores relativos a que la dimisión de Suárez respondió a presiones militares con motivo del viaje del rey Juan Carlos al País Vasco, que en principio se mantiene.
El presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, presentó su dimisión al rey Juan Carlos en la mañana del pasado martes, en medio de rumores sobre presiones atribuidas a algunos mandos militares, que fueron desmentidas en la tarde de ayer por el Ministerio de Defensa. El presidente del Gobierno informó en la tarde de ayer a los miembros de su Gabinete de su decisión, que calificó de «irrevocable», en el curso de un Consejo de Ministros extraordinario en el que afirmó que hacía tiempo que venía meditando esta decisión, que se sentía orgulloso de su actuación y que dimitía porque si se empeñaba en mantenerse en el poder podía terminar «perjudicando a la Corona». Rumores de última hora daban al vicepresidente Leopoldo Calvo Sotelo y al ministro de Defensa, Rodríguez Sahagún, como posibles sucesores de Suárez. En cualquier caso, las presiones de círculos de la gran derecha para la dimisión de Suárez eran crecientes desde hace meses.Según fuentes bien informadas, la huelga de controladores, que supuso el argumento inmediato para la suspensión del congreso de UCD, que se debía celebrar en Palma de Mallorca a partir de ayer, fue articulada, al parecer, con la intención de impedir el desarrollo del congreso centrista.
En las primeras horas de la mañana del miércoles (después de una de las más largas entrevistas del presidente del Gobierno con el Rey, celebrada el martes en el palacio de la Zarzuela), circularon rumores de que altos mandos militares habían presionado al Monarca en favor del relevo del presidente Suárez y de la suspensión del viaje que don Juan Carlos tiene previsto realizar al País Vasco los días 3,4 y 5 de febrero, viaje en el que podrían haberse anunciado algunas medidas de gracia. Anoche reinaba gran confusión en Madrid sobre el mantenimiento de este primer viaje oficial del Rey al País Vasco, ya que, según prevé la Constitución en sus artículos 99 y 101, el jefe del Estado deberá iniciar hoy consultas inmediatas con los líderes de los grupos políticos con representación en el Parlamento para proponer al Congreso de los Diputados el nuevo candidato a la Presidencia del Gobierno.
A pesar de esto, fuentes oficiales indicaban que el viaje del Rey se mantenía, de acuerdo con el programa previsto.
Según fuentes allegadas al Gabinete del presidente Suárez, el jefe del Gobierno tomó la decisión de dimitir el pasado fin de semana. Las mismas fuentes señalan que el lunes Suárez informó a su esposa, Amparo Illiana, y a sus más íntimos colaboradores, y entre ellos a Abril Martorel, Calvo Ortega, Martín Villa, Rosón, Pérez-Llorca, Pío Cabanillas y Rafael Arias Salgado. El martes, Suárez pidió audiencia en el palacio de la Zarzuela para comunicar al Rey su deseo y (siempre según fuentes del Gabinete de Suárez) el Monarca le pidió que permaneciera en su puesto.
Asimismo, estas fuentes aseguran que el presidente ha estado muy emocionado en las últimas horas y, concretamente, durante el anuncio de su dimisión en el Consejo de Ministros de ayer y, posteriormente, en la reunión del comité ejecutivo, así como durante la reunión que volvió a celebrar en la noche del martes con los primeros representantes del partido centrista y en la que, al parecer, participaron Fernández Ordóñez, Abril Martorel, Martín Villa, Rafael Calvo, Pío Cabanillas, Rafael Arias Salgado y el presidente del Congreso y líder del sector crítico de UCD, Landelino Lavilla.
Precisamente fue el sector crítico el que pidió a Adolfo Suárez, en la primera reunión por la tarde del comité ejecutivo del partido, que reflexionará sobre su dimisión. Incluso algunas informaciones señalan que le pidieron que rectificara su decisión en lo que a la presidencia del partido se refiere. A estas sugerencias, Adolfo Suárez habría respondido que eran los críticos quienes tenían que haber reflexionado días atrás, criticando duramente su comportamiento.
Fuentes próximas a Abril Martorel, señalaron anoche, por otra parte, que la dimisión de la presidencia del partido obligaría a la convocatoria de un congreso extraordinario de UCD, para lo cual deberían elegirse nuevos compromisarios, ya que no valdrían las designaciones de los que estaban elegidos para el II Congreso.
La primera noticia de la dimisión irrevocable de Adolfo Suárez fue difundida por la agencia Europa Press minutos después de las 15.30 horas, citando fuentes del sector crítico de UCD. A las 16.45 horas, el ministro de Justicia, Francisco Fernández Ordóñez, daba por buena esta información, en la puerta del palacio de la Moncloa, momentos antes de iniciarse el Consejo de Ministros extraordinario.
Allí mismo se supo también que el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, se había reunido hasta altas horas de la madrugada de ayer con algunos miembros del Gobierno -los vicepresidentes Manuel Gutiérrez Mellado y Leopoldo Calvo Sotelo, el ministro Rafael Arias Salgado-, el secretario general de UCD, Rafael Calvo, y Fernando Abril, con quienes analizó la situación política. Allí se decidió la convocatoria urgente del Consejo de Ministros y del Comité Ejecutivo de UCD. Preocupación máxima de esta larga reunión de madrugada, una vez que la decisión de Adolfo Suárez era ya irrevocable, fue el análisis de posibles candidatos a su sucesión.

Suárez, sonriente,
El Consejo de Ministros se inició a las cinco de la tarde y duró veinte minutos. Suárez, en un tono tranquilo y solemne informó a los miembros del Gabinete de su decisión de dimitir en su doble condición de presidente del Gobierno y de la UCD. La reunión del comité ejecutivo se inició a las siete de la tarde en el edificio Inia, del complejo de la Moncloa. Diez minutos antes Adolfo Suárez llegaba sonriente en su coche oficial, una vez que se encontraban en la sala de reunión la totalidad de los miembros del comité, algunos de ellos visiblemente emocionados, como Ignacio Camuñas, y otros con ademán adusto en el rostro, como los ministro Calvo Sotelo, Martín Villa y el ex ministro Fernando Abril. En el momento de iniciarse la reunión del comité ejecutivo, la secretaria de Estado para la Información, Rosa Posada, hizo público al casi centenar de periodistas (que ya por entonces se agolpaban ante la Moncloa) el comunicado oficial del Gobierno que confirmaba la dimisión del presidente.Asimismo, Rosa Posada anunció que Adolfo Suárez se iba a dirigir al país en un mensaje televisado que se había grabado a las cinco de la tarde. Suárez apareció en pantalla a las 19.45 horas, y con voz firme y gran serenidad, comunicó al país las razones de su decisión (véase discurso Suárez). La esposa y los hijos del presidente se encontraban en la Moncloa en la tarde de ayer.
La reunión del comité ejecutivo duró algo menos de 45 minutos, y se suspendió después de que Adolfo Suárez planteara la necesidad de que inmediatamente se pusiera en marcha el procedimiento interno para la nominación de un candidato a la jefatura del Gobierno, y de que algunos miembros del Ejecutivo solicitaran un período de reflexión para volver a reunirse a partir de las once de la noche.
La noticia de la dimisión del presidente del Gobierno fue difundida inmediatamente de ser conocida por todas. las emisoras de radio y sorprendió a la totalidad de los dirigentes políticos. Los partidos convocaron inmediatamente a sus órganos ejecutivos para analizar la situación. Adolfo Suárez llamó, en torno a las seis de la tarde, a los líderes de los grupos con representación parlamentaria para informarles de su decisión. El jefe de la oposición, Felipe González, recibió la noticia a última hora de la tarde en Francia, e inició urgente viaje de regreso a Madrid.
Mientras tanto, la ejecutiva del PSOE, reunida ba.io la presidencia de Alfonso Guerra, solicitaba la urgente convocatoria de la Mesa del Congreso de los Diputados para la inmediata reanudación de la vida parlamentaria, que, en principio, no debía producirse hasta el próximo 10 de febrero.
En la sede del partido centrista la confusión era total y se recibían llamadas desde todos los puntos de España. Igualmente, las centralitas de los periódicos se bloqueaban por la cantidad de llamadas en busca de más información.

La noticia, en los medios castrenses.
Las primeras informaciones oficiosas sobre la dimisión del presidente Suárez llegaron a los acuartelamientos y unidades militares de Madrid poco después de las tres de la tarde, hora en la que todavía se encontraban en sus puestos los principales jefes y oficiales. La dimisión de Suárez fue acogida con «asombro y expectación», según fuentes castrenses. El capitán general de la I Región Militar (Madrid), teniente general Quintana Lacaci, reunió a los jefes de unidad de la guarnición de Madrid para informarles de la crisis presidencial.A las cinco de la tarde, a la misma hora en que se reunía el Gobierno en la Moncloa, la Junta de Jefes de Estado Mayor celebraba un encuentro en la sede de su cuartel general, en la calle de Vitrubio, en Madrid. Un portavoz oficial del Ministerio de Defensa dijo a EL PAIS que esta reunión del mando militar era de «carácter ordinario» y que había sido convocada días pasados.
Asistieron el presidente de la Junta de Jefes, teniente general Ignacio Alfaro Arregui, y los representantes de los tres Ejércitos, teniente general José Gabeiras (Ejército de Tierra), teniente general Emiliano Alfaro Arregui (Ejército del Aire) y almirante Arévalo Pelluz (Armada). El portavoz señaló que en la reunión estaba previsto tratar aspectos del plan estratégico conjunto de la defensa e insistió en que la convocatoria no tenía nada que ver con la crisis presidencial. Sin embargo, no se descarta que el mando castrense abordara el tema.
Paralelamente a esto, durante la tarde se desencadenó una serie de informaciones en las que se aludía a una supuesta implicación de altos mandos militares en los condicionantes de la dimisión de Suárez. Concretamente, estas informaciones, según diversas fuentes, entre ellas medios próximos al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), se hacían eco de que un grupo de capitanes generales habría elaborado un pliego de firmas mostrándose contrario al viaje del Rey a Euskadi. Entre las causas de esta supuesta actitud se encontraría la posibilidad de que, durante la presencia del jefe del Estado en las provincias vascas, se pudieran conceder indultos particulares, de acuerdo con la legislación (El Alcázar ha venido informando en los últimos días de próximos indultos). Asimismo se especulaba con una presunta presencia en Madrid de cinco capitanes generales.
El teniente coronel Fernández Monzón, portavoz oficial del Ministerio de Defensa, desmintió con rotundidad a EL PAIS estas informaciones, señalando que el Ejército estaba escrupulosamente al margen de esta circunstancia política. «Es totalmente mentira la información. Los capitanes generales no se han movido de sus regiones. El único capitán general que estuvo recientemente en Madrid fue el de la VIII Región Militar, teniente general Fernández Pose, que acudió el miércoles a una audiencia normal con Su Majestad.
Fernández Monzón añadió que no se hablan tomado medidas especiales ni en el mando militar ni en la tropa, ya que lo que se ha producido «es una crisis política y no una emergencia nacional».

Carrillo: "Si Calvo Sotelo, sustituye a Suárez el PCE le hará la vida imposible"

El líder comunista considera ahora más necesario que nunca el Gobierno de coalición UCD-PSOE
"Calvo Sotelo es partidario de una coalición con Fraga""Debe haber sido terrible para Suárez...'
El País 30 ENE 1981
El secretario general del Partido Comunista de España (PCE), Santiago Carrillo, no escondía anoche su preocupación ante la posibilidad de que el actual vicepresidente económico, Leopoldo Calvo Sotelo, fuera, en los próximos días, el sustituto de Adolfo Suárez. En la entrevista mantenida con EL PAIS, Carrillo no vaciló en anticipar cuál va a ser la actuación de los comunistas en el caso de que el Congreso aprobara este nombramiento o el de cualquier otro líder centrista contrario a un Gobierno de coalición con el PSOE: «No sólo votaríamos en contra, sino que, políticamente hablando, intentaríamos hacerle la vida imposible», dijo textualmente.
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Pregunta. ¿Cree usted que, en elta nueva situación, pueden darse las condiciones para formar ese Gobierno de coalición UCD-PSOE sobre el que ustedes tanto insisten?Respuesta. Estoy convencido de que es la única salida posible a esta crisis. Este país no va a aceptar por muchos meses un Gobierno monocolor de centro, que ha demostrado su incapacidad para dar soluciones a los urgentes problemas que hay ahora planteados. Si a los españoles no se les demuestra que las cosas van a cambiar, aumentará la desesperanza, el desencanto y se pondrá en peligro, una vez más, la consolidación de la democracia.
P. Pero ¿hay posibilidades reales -en su opinión- de que esta coalición llegue a formarse?. ¿Qué impresión ha sacado sobre esté tema, tras su entrevista con Alfonso Guerra?
R. No lo sé. No sé si UCD llegará a planteárselo a los socialistas, pero, desde luego, como éstos se nieguen a aceptarlo van a tener que cargar con una responsabilidad futura de consecuencias imprevisibles. Sería un grave error que el PSOE no lo aceptara.
P. Y en el supuesto de que sí se efectuara esta coalición, ¿cuál sería la colaboración de los comunistas?
R. Si hay programa pactado con nosotros, le apoyaríamos en todo. Y si no, si nos aislaran en la elaboración de los tres puntos clave (paro, autonomías y terrorismo), entonces nos dedicaríamos a hacer una oposición constructiva, apoyando aquellas cosas que nos parecieran bien y atacando las demás.
P. ¿Y cómo aceptaría el PCE lá eventual presidencia de Leopoldo Calvo Sotelo?
R. Pues muy mal, lógicamente. ¿Cómo íbamos a aceptar a un hombre que es partidario de un Gobierno de coalición con el partido de Fraga? Políticamente hablando, le haríamos la vida imposible. Y otro tanto si ese presidente fuera Rodríguez Sahagún, por citar los nombres que ahora se barajan, ¿cómo íbamos a no ser beligerantes con Sahagún, que es un hombre que salió proyectado a U CD desde la vicepresidencia de la CEOE?, y dudo además que lo hicieran los compañeros socialistas. De todas maneras, tampoco es una cuestión de nombres, porque estoy convencido de que en UCD hay muy pocos partidarios del Gobierno de coalición con el PSOE, y de haber alguno, tiene poca fuerza política dentro de su propio partido. Aquí, lo que realmente ocurre es que no hay un líder de UCD, actualmente, capaz de mantenerse más de dos meses en un Gobierno monocolor.
P. Pero algunos piensan que con unas buenas técnicas de marketing y de imagen, en unos meses, los centristas sí encontrarían ese líder, de cara a las próximas elecciones.
R. Es posible, pero no lo creo. Más marketing y más prestigio que tuvo Suárez y mire lo que le ha pasado... ¡Sí que iba a dar buena imagen Calvo Sotelo, por mucho marketing que se le aplique! (y añade, continuando con ironía: «Además, a Calvo Sotelo parecen resbalarle los problemas ante la opinión pública. Parece el pasota de la UCD y no le auguro ninguna credibilidad popular»).
P. La dimisión de Suárez ¿cree que inducirá a la gente a pensar en la inestabilidad de la democracia y, por tanto, a cuestionarla, o cree por el contrario que la caída del presidente será interpretada como una prueba de que la democracia es algo vivo, capaz de sustituir a un dirigente si este no resulta efectivo para el país?
R. Depende de a quien presenten y del programa de gobierno que le anuncien a la gente, Si lo que sacan ahora es otro Gobierno monocolor de UCD, aumentará el desencanto, porque en este país los desencantados sen precisamente los votantes progresistas, aquellos que estaban encantados con la democracia, precisamente porque creían en ella.
P. ¿Cómo valora la dimisión de Adolfo Suárez?
R. Bueno, yo creo que era inevitable, como inevitable será la caída de otro que se empeñe en gobernar en solitario, trapicheando votos por aquí y por allá cada dos por tres. Nosotros ya le advertimos a Suárez ésto justo después de su investidura, y no nos hizo caso. Yo creo que Suárez debe sentirse ahora muy descansado, porque lo que le ha ocurrido ha sido muy duro: verse abandonado a última hora por sus más fieles. colaboradores. Debe haber sido terrible para él, encontrarse abocado a fracasar en el congreso de su partido o a dimitir. De todas maneras, la dimisión ha llegado tarde, debería haberse dado cuenta antés de que para superar algo tan difícil y delicado como la transición, con esta crisis económica tan aguda y con el peligro latente de involución, necesitaba la ayuda de más mayoría parlamentaria.
P. ¿Cómo cree usted que le sentaría a los españoles la convocatoria de unas elecciones anticipadas?
R. Creo que sería bastante lamentable. La gente se sentiría aún más frustrada al comprobar que los partidos políticos no saben resolver sus propios problemas.
Previamente, en una conferencia de Prensa, Santiago Carrillo había declarado a los periodistas que la ascensión de Landelino Lavilla a la presidencia «sería salir de Málaga para entrar en Malagón», que fue informado personalmente por Suárez de la dimisión y que el lunes próximo se reuniría, con los dirigentes del PSU C para tratar de adoptar una posición conjunta ante la nueva situación.
En otro momento de su reunión con los informadores, el secretario general del PCE, manifestó que «conociendo la vocación política de Adolfo Suárez», no creía que su renuncia fuera definitiva. «Yo creo que el ex presidente esperará el momento adecuado para volver, aunque me parece que ese momento tardará algo de tiempo en producirse», añadió.
Respecto a la valoración que el señor Carrillo hizo del discurso pronunciado anoche por Suárez en televisión, comentó: «Pienso que ha habido un error en las palabras de Suárez, ya que no ha sido él quien ha fracasado, que es la impresión que pueden haber sacado la mayoría de los telespectadores, sino la política de derechización de UCD, aunque Suárez haya salido verdaderamente muy quemado en estos años duros de la transición».
Sobre su estado de ánimo dijo: «Yo, personalmente, no estoy nervioso en absoluto por, la dimisión del presidente Suárez. Quien me imagino que sí lo estarán son sus amigos». En cualquier caso, Carrillo dijo hablar a título de secretario general del PCE, y para obtener la declaración oficial cfel partido, habrá que esperar hasta la tarde de hoy, en cuanto finalice la reunión que tiene previsto mantener el Comité Ejecutivo.

Adolfo Suárez



El hombre que cumple hoy 80 años, Adolfo Suárez, es el político que más y mejor ha utilizado el diálogo y la concertación como métodos políticos en épocas críticas, como lo fue el tránsito de la dictadura a la democracia. 
Poco éxito habría tenido si Felipe González o Santiago Carrillo, dirigentes de la izquierda ilegal de aquel tiempo, o el exiliado presidente de la Generalitat catalana, Josep Tarradellas, no hubieran entrado inteligentemente en el juego propuesto para desmontar el franquismo y construir una democracia, evitando la sensación de ruptura total.
Pero fue Suárez quien se la jugó desde el poder para conducir un proceso tan complejo, tratando de evitar que descarrilara y con un mínimo coste de vidas, lo cual no era nada evidente el día en que el Rey le nombró jefe del Gobierno.
Ahora es normal que los dirigentes sean jóvenes, pero los 43 años con que Suárez contaba eran una provocación para la gerontocracia de la época. Don Juan Carlos disponía aún de los poderes heredados de Franco, aunque limitados por un armazón de leyes que le marcaban la obligación de elegir un presidente entre los tres candidatos que le propusiera el Consejo del Reino -órgano asesor del jefe de Estado-. Las maniobras del presidente de este organismo, Torcuato Fernández Mirada, lograron que uno de esos tres nombres fuera el deseado por el Monarca. Suárez fue nombrado jefe del Gobierno sin otro apoyo firme que el del Rey, quien, por cierto, apenas contaba con mucho más respaldo que el de sí mismo: acababa de enojar a los reformistas oficiales de su primer Gobierno (Manuel Fraga, José María de Areilza), muchos franquistas recelaban y todos los demás partidos políticos eran ilegales.
¿Qué hacer con el poder preconstitucional? Osado y ambicioso, Suárez multiplicó los mensajes reservados, se entrevistó en secreto con dirigentes de los grupos clandestinos y se benefició de la inteligencia de Fernández Miranda para imaginar soluciones reformistas. Primero fue la ley de reforma política, aprobada en referéndum el 15 de diciembre de 1976; después, la negociación de las condiciones en que iban a celebrarse las primeras elecciones y la legalización de los partidos. Además de todo eso, Suárez improvisó una organización política, la UCD, agrupando desde personas procedentes del régimen anterior —como él—, a liberales, democristianos y socialdemócratas para concurrir a las primeras elecciones. Se celebraron el 15 de junio de 1977 y Suárez, presidente hasta entonces solo por designación del Rey, a partir de las urnas lo fue como jefe del partido más votado.
Hubo mucho más tajo para ejercer el consenso: la concertación social y económica, en forma de Pactos de la Moncloa, y la elaboración de la Constitución, refrendada el 6 de diciembre de 1978. Suárez podría haberlo dejado ahí, pero convocó elecciones y, tras ganarlas por segunda vez, se enfrentó a un escenario cada vez más complicado. Las divisiones en su partido, la acción decidida de la oposición (sobre todo del PSOE), las conspiraciones militares, la disminución de la confianza del Rey y los ataques de ETA minaron su posición  hasta anunciar su renuncia como jefe del Gobierno, el 29 de enero de 1981. Mal informado sobre las conspiraciones que terminaron conduciendo al 23-F, de nuevo mostró su arrojo personal frente a las armas de Tejero cuando se consumó el asalto al Congreso. Fue el canto del cisne: intentó recuperarse políticamente en los años siguientes, pero tuvo poco éxito.
La normalización democrática se llevó por delante al artífice del consenso y terminó apartándole de la vida pública, un retiro al que se ha añadido la enfermedad en la que lleva sumido casi una década. Queda lo mejor de Suárez, su defensa del consenso para encontrar salidas pacíficas a conflictos que parecen imposibles. Como lo defendió ante el Congreso el 27 de octubre de 1977, cuando dijo que “la Constitución y el marco legal de los derechos y libertades públicas no deben constituir el logro de un partido, sino la plataforma básica de convivencia”. Muchos echarán de menos a alguien así para afrontar las crisis del presente.

Adolfo Suárez...


El hombre que cumple hoy 80 años, Adolfo Suárez, es el político que más y mejor ha utilizado el diálogo y la concertación como métodos políticos en épocas críticas, como lo fue el tránsito de la dictadura a la democracia.
Poco éxito habría tenido si Felipe González o Santiago Carrillo, dirigentes de la izquierda ilegal de aquel tiempo, o el exiliado presidente de la Generalitat catalana, Josep Tarradellas, no hubieran entrado inteligentemente en el juego propuesto para desmontar el franquismo y construir una democracia, evitando la sensación de ruptura total.
Pero fue Suárez quien se la jugó desde el poder para conducir un proceso tan complejo, tratando de evitar que descarrilara y con un mínimo coste de vidas, lo cual no era nada evidente el día en que el Rey le nombró jefe del Gobierno.
Ahora es normal que los dirigentes sean jóvenes, pero los 43 años con que Suárez contaba eran una provocación para la gerontocracia de la época. Don Juan Carlos disponía aún de los poderes heredados de Franco, aunque limitados por un armazón de leyes que le marcaban la obligación de elegir un presidente entre los tres candidatos que le propusiera el Consejo del Reino -órgano asesor del jefe de Estado-. Las maniobras del presidente de este organismo, Torcuato Fernández Mirada, lograron que uno de esos tres nombres fuera el deseado por el Monarca. Suárez fue nombrado jefe del Gobierno sin otro apoyo firme que el del Rey, quien, por cierto, apenas contaba con mucho más respaldo que el de sí mismo: acababa de enojar a los reformistas oficiales de su primer Gobierno (Manuel Fraga, José María de Areilza), muchos franquistas recelaban y todos los demás partidos políticos eran ilegales.
¿Qué hacer con el poder preconstitucional? Osado y ambicioso, Suárez multiplicó los mensajes reservados, se entrevistó en secreto con dirigentes de los grupos clandestinos y se benefició de la inteligencia de Fernández Miranda para imaginar soluciones reformistas. Primero fue la ley de reforma política, aprobada en referéndum el 15 de diciembre de 1976; después, la negociación de las condiciones en que iban a celebrarse las primeras elecciones y la legalización de los partidos. Además de todo eso, Suárez improvisó una organización política, la UCD, agrupando desde personas procedentes del régimen anterior —como él—, a liberales, democristianos y socialdemócratas para concurrir a las primeras elecciones. Se celebraron el 15 de junio de 1977 y Suárez, presidente hasta entonces solo por designación del Rey, a partir de las urnas lo fue como jefe del partido más votado.
Hubo mucho más tajo para ejercer el consenso: la concertación social y económica, en forma de Pactos de la Moncloa, y la elaboración de la Constitución, refrendada el 6 de diciembre de 1978. Suárez podría haberlo dejado ahí, pero convocó elecciones y, tras ganarlas por segunda vez, se enfrentó a un escenario cada vez más complicado.
Las divisiones en su partido, la acción decidida de la oposición (sobre todo del PSOE), las conspiraciones militares, la disminución de la confianza del Rey y los ataques de ETA minaron su posición  hasta anunciar su renuncia como jefe del Gobierno, el 29 de enero de 1981. Mal informado sobre las conspiraciones que terminaron conduciendo al 23-F, de nuevo mostró su arrojo personal frente a las armas de Tejero cuando se consumó el asalto al Congreso. Fue el canto del cisne: intentó recuperarse políticamente en los años siguientes, pero tuvo poco éxito.
La normalización democrática se llevó por delante al artífice del consenso y terminó apartándole de la vida pública, un retiro al que se ha añadido la enfermedad en la que lleva sumido casi una década. Queda lo mejor de Suárez, su defensa del consenso para encontrar salidas pacíficas a conflictos que parecen imposibles. Como lo defendió ante el Congreso el 27 de octubre de 1977, cuando dijo que “la Constitución y el marco legal de los derechos y libertades públicas no deben constituir el logro de un partido, sino la plataforma básica de convivencia”. Muchos echarán de menos a alguien así para afrontar las crisis del presente.

La dimisión de Suárez



Suárez: "No quiero que el sistema democrático sea un paréntesis en la historia de España"
Anunció su dimisión como presidente del Gobierno y de UCD a través de RTVE
EL PAÍS 30 ENE 1981
«No quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España».
Estas son las palabras del discurso pronunciado anoche por Adolfo Suárez a través de Televisión Española, para anunciar su dimisión como presidente del Gobierno y de Unión de Centro Democrático (UCD), que los observadores políticos han considerado reveladoras de las presiones ejercidas por determinados sectores de poder contra la continuidad de Suárez, valoradas por éste como atentatorias contra la democracia.

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Televisión Española interrumpió sus emisiones a las 19.40 horas para transmitir la alocución de Adolfo Suárez, a continuación del rótulo Declaración del presidente del Gobierno.
Adolfo Suárez, vestido con chaqueta oscura, camisa azul celeste y corbata azul oscura a rayas blancas, apareció sentado tras su mesa de despacho en un plano general. A la izquierda de la cámara, la bandera española; al fondo, en el mismo ángulo, un retrato del Rey y un tapiz enmarcado que representaba a una mujer.
Sobre la mesa, un mechero, un cenicero, y, a la izquierda del presidente, un micrófono sobre trípode.
La cámara se acercó en un zoom rápido hasta un plano medio del presidente, con aire alrededor del busto, los ojos húmedos, dos motas de luz en las pupilas y un reflejo luminoso en la frente.
El presidente leyó con firmeza su alocución y miró constantemente a la cámara, es decir, a los telespectadores, probablemente ayudado por el sistema de lectura denominado autocue.
La telecámara intentó corregir, con poco tino, los ligeros movimientos del presidente al hablar. Durante la transmisión se oyeron cinco campanadas de un carillón. Fuentes de Televisión Española afirman que se registró el programa alrededor de las 15.30 horas.
El discurso concluyó, visualmente, con apertura del zoom, que retrocedió al plano general del inicio: Adolfo Suárez tenía las manos entrecruzadas sobre unos folios y los codos apoyados sobre la mesa.

El texto íntegro del discurso, que duró doce minutos, es el siguiente:
«Hay momentos en la vida de todo hombre en los que se asume un especial sentido de la responsabilidad.
Yo creo haberla sabido asumir dignamente durante los casi cinco años que he sido presidente del Gobierno. Hoy, sin embargo, la responsabilidad que siento me parece infinitamente mayor.
Hoy tengo la responsabilidad de explicarles, desde la confianza y la legitimidad con la que me invistieron como presidente constitucional, las razones por las que presento, irrevocablemente, mi dimisión como presidente del Gobierno y mi decisión de dejar la presidencia de la Unión de Centro Democrático.
No es una decisión fácil. Pero hay encrucijadas tanto en nuestra propia vida personal como en la historia de los pueblos en las que uno debe preguntarse, serena y objetivamente, si presta un mejor servicio a la colectividad permaneciendo en su puesto o renunciando a él.
He llegado al convencimiento de que hoy, y en las actuales circunstancias, mi marcha es más beneficiosa para España que mi permanencia en la Presidencia.
Me voy, pues, sin que nadie me lo haya pedido, desoyendo la petición y las presiones con las que se me ha instado a permanecer en mi puesto, con el convencimiento de que este comportamiento, por poco comprensible que pueda parecer a primera vista, es el que creo que mi patria me exige en este momento.
No me voy por cansancio. No me voy porque haya sufrido un revés superior a mi capacidad de encaje. No me voy por temor al futuro. Me voy porque ya las palabras parecen no ser suficientes y es preciso demostrar con hechos la que somos y lo que queremos.
Nada más lejos de la realidad que la imagen que se ha querido dar de mí como la de una persona aferrada al cargo. Todo político ha de tener vocación de poder, voluntad de continuidad y de permanencia en el marco de unos principios. Pero un político que además pretenda servir al Estado debe saber en qué momento el precio que el pueblo ha de pagar por su permanencia y su continuidad es superior al precio que siempre implica el cambio de la persona que encarna las mayores responsabilidades ejecutivas de la vida política de la nación.
Yo creo saberlo, tengo el convencimiento, de que esta es la situación en la que nos hallamos y, por eso, mi decisión es tan firme como meditada.
He sufrido un importante desgaste durante mis casi cinco años de presidente. Ninguna otra persona, a lo largo ce los últimos 150 años, ha permanecido tanto tiempo gobernando democráticamente en España. Mi desgaste personal ha permitido articular un sistema de libertades, un nuevo modelo de convivencia social y un nuevo modelo de Estado. Creo, por tanto, que ha merecido la pena. Pero, como frecuentemente ocurre en la historia, la continuidad de una obra exige un cambio de personas y yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España.

Lealtad.
Trato de que mi decisión sea un acto de estricta lealtad. De lealtad hacia España, cuya vida libre ha de ser el fundamento irrenunciable para superar una historia repleta de traumas y de frustraciones; de lealtad hacia la idea de un centro político que se estructure en forma de partido interclasista, reformista y progresista, y que tiene comprometido su esfuerzo en una tarea de erradicación de tantas injusticias como todavía perviven en nuestro país; de lealtad a la Corona, a cuya causa he dedicado todos mis esfuerzos, por entender que sólo en torno a ella es posible la reconciliación de los españoles y una patria de todos, y de lealtad, si me lo permiten, hacia mi propia obra.

Restablecer la credibilidad en personas e instituciones
Pero este profundo sentimiento de lealtad exige hoy también que le produzcan hechos que, como el que asumo, actúen de revulsivo moral que ayude a restablecer la credibilidad en las personas y en las instituciones.Quizá los modos y maneras que a menudo se utilizan para juzgar a las personas no sean los más adecuados para una convivencia serena. No me he quejado en ningún momento de la crítica. Siempre la he aceptado serenamente. Pero creo que tengo fuerza moral para pedir que, en el futuro, no se recurra a la inútil descalificación global, a la visceralidad o al ataque personal porque creo que se perjudica el normal y estable funcionamiento de las instituciones democráticas. La crítica pública y profunda de los actos de Gobierno es una necesidad, por no decir una obligación, en un sistema democrático de Gobierno basado en la opinión pública. Pero el ataque irracionalmente sistemático, la permanente descalificación de las personas y de cualquier tipo de solución con que se trata de enfocar los problemas del país, no son un arma legítima porque, precisamente, pueden desorientar a la opinión pública en que se apoya el propio sistema democrático de convivencia.
Querría transmitirles mi sentimiento de que sigue habiendo muchas razones para conservar la fe, para mantenerse firmes y confiar en nosotros los españoles. Lo digo con el ansia de quien quiere conservar la fuerza necesaria para fortalecer en todos sus corazones la idea de la unidad de España, la voluntad de fortalecer las instituciones democráticas y la necesidad de prestar un mayor respeto a las personas y la legitimidad de los poderes públicos.
Yo, por mi parte, les prometo que como diputado y como militante de mi partido seguiré entregado en cuerpo y alma a la defensa y divulgación del compromiso ético y del rearme moral que necesita la sociedad española.
Todos podemos servir a este objetivo desde nuestro trabajo y desde la confianza de que, si todos queremos, nadie podrá apartamos de las metas que, como nación libre y desarrollada nos hemos trazado.
Se puede prescindir de una persona en concreto. Pero no podemos prescindir del esfuerzo que todos juntos hemos de hacer para construir una España de todos y para todos.

Algo tiene que cambiar
Por eso no me puedo permitir ninguna queja ni ningún gesto de amargura. Tenemos que mantenernos en la esperanza, convencidos de que las circunstancias seguirán siendo difíciles durante algún tiempo, pero con la seguridad de que si no desfallecemos vamos a seguir adelante.Algo muy importante tiene que cambiar en nuestras actitudes y comportamientos. Y yo quiero contribuir, con mi renuncia, a que este cambio sea realmente posible e inmediato.
Debemos hacer todo lo necesario para que se recobre la confianza, para que se disipen los descontentos y los desencantos. Y para ello es preciso convocar al país a un gran esfuerzo. Es necesario que el pueblo español se agrupe en tomo a las ideas, a las instituciones y a las personas promovidas democráticamente a la dirección de los asuntos públicos.
Los principales problemas de España tienen hoy el tratamiento adecuado para darles solución. En UCD hay hombres capaces de continuar la labor de gobierno con eficacia, profesionalidad y sentido del Estado y para afrontar este cambio con toda normalidad. Les pido que les apoyen y que renueven en ellos su confianza para que cuenten con el necesario margen de tiempo para poder culminar la labor emprendida.
Deseo para España, y para todos y cada uno de ustedes y de sus familias, un futuro de paz y bienestar. Esta ha sido la única justificación de mi gestión política y va a seguir siendo la razón fundamental de mi vida. Les doy las gracias por su sacrificio, por su colaboración y por las reiteradas pruebas de confianza que me han otorgado. Quise corresponder a ellas con entrega absoluta a mi trabajo y con dedicación, abnegación y generosidad. Les prometo que donde quiera que esté me mantendré identificado con sus aspiraciones. Que estaré siempre a su lado y que trataré, en la medida de mis fuerzas, de mantenerme en la misma línea y con el mismo espíritu de trabajo.

Muchas gracias a todos y por todo».